En un pasado marrullero
retal de vida arrabalera,
nunca me viste azumbrado
ni un poquito arambelado.
En viejas y duras trapatiestas,
cual macarra despreciable,
buscaban como apuntillarme
y en un bajel huí por cable.
Estaba para ser alzado
con un humilde badil
y por tus ojos arrobado
torné en grande esplín
Y al verte, mi corazón
produjo sutil nivación.
Y así entre mis noesis
y mis noemas
escribí con unción
este ingrávido poema.
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