en mi estación.
La gente, aplastada de calor,
vivía suspirando
por un ventilador.
Mientras a lo lejos
una radio olvidada
desangraba una canción,
que hablaba
de otros mundos,
otros cielos ... otro Dios.
El viento le daba a los árboles
un movimiento tan lento
como el de la razón...
¡Y de pronto...!
El desastre ocurrió.
¿Qué pasó? ¿Qué pasó?
El viento le preguntaba al aire
y el aire le preguntaba al viento.
¿Qué pasó?
En el parlante
una voz sin pasión
anunció que a un
hombre el tren arrolló.
Los perros ladraban
y las matronas hablaban:
"Pobre señor, cuanto dolor..."
Todo era tristeza,
todo compasión,
la gente lloraba
a su alrededor...
¡Y de pronto...!
El desastre ocurrió.
¿Qué pasó? ¿Qué pasó?
Por el mismo parlante,
la misma voz,
esta vez preocupada,
con furia anunciaba:
"El tren de las
13 y 10 se atrasará,
por razones que sólo
un hombre no escuchará"
Entonces la compasión
en odio se trocó.
La pena general
de prisa cambió.
Los perros gritaban
y las matronas ladraban:
"Que tonto señor,
que falta de honor,
hacernos justo esto
en nuestra estación"
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