Veintiocho años, veintiocho años idos
años para descubrir, años para llorar
desde la seguridad de no haber sufrido,
desde la calidez de estar en el hogar
Me miro a la distancia y me veo
tan ingenuo y tan ciego 
que no vi lo evidente y sin velo
y ayudé con mi revuelo
a justificar sangre en ese suelo.
Que este dos de abril
sea también Viernes Santo
-donde el Amor fue crucificado-
tal vez ayude a pensar lo actuado
y el olvido retire su manto
que tiñe todo de añil.
 
 
 

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