viernes, 2 de abril de 2010

Pascua 2010

Hay tres ruidos en la vida, tres ruidos importantes, centrales, inabarcables pero que de manera paradójica nadie ha escuchado.

Los dos primeros han significado mucho, están en el pasado y pertenecen a toda la humanidad, en cambio el último es personal, hay uno para cada uno y está esperándonos desde el principio de los tiempos y nos impactará de una manera incomparable.

Del primero no importa si fue así o de otra manera, del segundo es primordial saber si existió y del último cuanto más lejos esté mejor…

El primero de estos ruidos es el del “Big Bang”, la explosión primigenia, la que sacó el universo conocido de ese punto virtual sin espesor ni tamaño pero que contenía toda la materia que hoy vemos, desde el monitor que tienes enfrente hasta las estrellas más lejanas.

El último lo presiento al instante en que deje esta vida, no lo imagino como una explosión ni como un golpe, sino que lo intuyo como cuando una piedra grande cae en el agua, con ese sonido de vacío que se llena, con ecos líquidos, con resonancias acuosas, de bienvenida, de paso y transformación a un nuevo estado del ser.

Pero ahora voy a hablar del segundo sonido, de ese que es necesario descubrir si pasó, si verdaderamente ocurrió, por eso creo que el segundo ruido nos habla sobre la esperanza, sobre ese sonido que sigue sonando desde el fondo de la historia y nos obliga a tomar una posición: Lo quiero escuchar o no lo quiero escuchar.

Obviamente la disposición a escucharlo es independiente de su existencia.

Pero ese ruido está ahí, está esperando que uno lo sienta y lo incorpore a su arsenal de esperanzas.

El primer día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio que la piedra que cerraba la entrada del sepulcro había sido removida.
Juan 20. 1

El ruido de la piedra de esa Tumba parte la historia en dos, antes de él solo se trataba de otro enajenado que se creía en conexión con Dios, después de él, después de que la piedra se movió, todo el universo cambia, todos los puntos de vista se modifican, ya no es un loco que se dice Hijo de Dios.

Y esta es, la verdadera Pascua.

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