Las habitaciones estaban
ahí
la casa se oía
deshabitada y sola
los viejos muebles
color caoba
y los fantasmas rojo
carmesí.
Mi pasado se
agolpa en sus paredes
mientras la
recorro lenta y pausadamente
veo los cuadros de
personas ausentes
testigos vanos de
muchos amaneceres.
Sobre el polvo por
años acumulado
está el rastro que
el viento ha dejado.
Sobre el raído piso
de pino lustrado
intuyo pisadas que aún
no han cesado.
Hoy el presente de
demoledor impulso
aparece bajo el ropaje
de un discurso
que promete un
barrio nuevo y moderno
¿quién duda entre
el Cielo y el Infierno?
Pero en nosotros
¿quién piensa?
¿Quién a los
fantasmas representa?
Nuestras vidas,
nuestras historias.
Los llantos por
novias perdidas
las alegrías, las
tristezas, la algarabía.
Si hoy pasas por
las calles vacías
y sientes que una
brisa te acaricia,
no te des vuelta,
no es nada...
sólo un alma
herida por la avaricia
del corazón inmobiliario de la gente y su malicia.
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