Amigos:
Ayer fue un día
increíble por la variedad de situaciones y circunstancias vividas, así que este
relato se aleja un poco de los anteriores, por duración y, espero, por
profundidad temática.
Mañana del
sábado
Como a la noche
teníamos la excursión “Puertas del Cielo” que iba a terminar muy tarde, se nos
ocurrió que debíamos hacer algo livianito para estar con todos los sentidos
abiertos para lo que vendría y que prometía ser el plato fuerte del día.
Preguntamos al
dueño de nuestro hotel, cómo llegar al Templo Shiva Shakti que aparentemente
estaba a 2 km
y que prometía según el folleto que nos dieron en la Secretaría de Turismo
de Capilla: Danzas antiguas y Katari (¿?) cuencos de cristal, clases de tantra
yoga, tao she do (¿?), Maha Shakti (¿?), iniciación y profundización en
filosofía tántrica.
Nuestro
interlocutor, con su forma de hablar pausada, nos dice: Sí…. Es por acá (hace
un mapa en un papel) doblas acá, seguís por allá, etc. Etc., pero luego desliza
esto: “Es un lugar para ir, ver y sacarse unas fotos frente a los edificios….
Pero tiene malas vibraciones, y les sugiero seguir caminando un poco más y
llegar al Templo Zen Shobogenji, el camino es muy lindo, no va nadie,
silencioso, de un lado el Uritorco y el otro el monte, si no pueden llegar se
vuelven en cualquier momento que el paisaje vale el esfuerzo”
Esa pequeña
insinuación “tiene malas vibraciones” nos decidió a seguir el consejo y seguir
al Templo Zen.
El recorrido
hacia los Shiva Shakti, fue penoso pero llegamos, el templo estaba cerrado
porque abría a las 18 hs y recién eran como la una, además tenía una
contribu$íon de 15 pesos por persona (indudablemente una mala vibración), así
que emprendimos el viaje hacia el Templo Zen.
Me imagino que
ambos templos, que están en el mismo estrecho camino, son el Boca/River de la cosa oriental en
Capilla, el Shiva tenía una inclinación hacia lo comercial que me pareció
evidente, porque dabán actividades marcadas, como trote, artes marciales,
danzas, etc.
Ahora sí, en
subida hacia los Zen… a las 13.30 hs ya estábamos muertos por el sol y el
cansancio y sólo habíamos avanzado un pequeño trecho, el paisaje alucinante, el
Uritorco se mostraba con todo su esplendor hacia la derecha, y por la izquierda
un monte tupido nos encajonaba en océanos de silencio que muy de tanto en tanto
se quebraba por la llegada de un auto que indefectiblemente llevaba gente
pelada.
Con innumerables
paradas, y por primera vez agotando nuestra provisión de agua, llegamos
(habíamos atravesado tres tranqueras, la primera de ella con la inscripción de
“Respete el silencio”) así que mudos y exhaustos arribamos.
El Templo eran
unos cobertizos, nada que ver con los edificios que mostraban los Shiva, a la
vera de un camino de tierra, se veía gente (familias con chiquitos) algunos
pelados otros no, pero nadie nos daba ni un mínimo de atención.
Yo, viejo adepto
a la serie Kun Fu, recordaba que el pequeño saltamontes se quedó en la puerta
del templo sin hablar como tres días y recién ahí, viendo su tesón, se dignaron
hablar con el.
Pues en nuestro
caso, diez minutos son tres días, así que le dije a Vero: Nos vamos. Y
emprendimos la vuelta, a los tres metros aparece un muchacho de unos treinta
años que traía fruta y nos habla en un castellano medio raro, después resultó
que era Francés, y nos saluda muy amablemente, nos cuenta del calor que hace y
se sorprende que hubiéramos venido caminando desde Capilla.
Se estableció un
pequeño canal de buenas vibraciones, él se excusó de mostrarnos el Templo
porque estaban en un período de actividades internas y no estaba abierto al
público. Nos preguntó si teníamos agua y cuando le dijimos que muy poca, nos
pidió la botella y la llenó con el agua del Templo.
Y nos dijo que a
unos cien metros el camino estaba cruzado por un arroyo y que podíamos
remojarnos un poco. Fuimos y descalzos en el agua, almorzamos fruta.
Zen 1 // Shiva
Shakti 0
La vuelta estuvo
signada por nuestra frase de cabecera de estos días de caminatas largas: Vamos
a parir gatitos…..
A las 18.30
llegamos muertos a Capilla, apurados para bañarnos y disponernos al plato
fuerte….
Antes del
relato, unas consideraciones:
En mi pequeño
entendimiento de cuestiones de platos voladores (así, a la antigua es como me
gusta mencionarlos), había una categorización de los avistamientos o
encuentros:
- Primer tipo: Ver luces extrañas o directamente un ovni en el cielo
- Segundo tipo: Ver un artefacto o nave posado en la tierra
- Tercer tipo: Ver un artefacto o nave posado en la tierra y ver también una entidad biológica
Estas categorías
son bastante aceptadas. Luego
aparecieron:
- Cuarto tipo: Cuando un humano es “abducido”
- Quinto tipo: Contacto telepático consciente y voluntario
Lo que yo
llamaría línea clásica o dura, se centra en los tres primeros tipos, se buscan
fotos, registros de radares, se entrevista a los testigos, se buscan datos
físicos que corroboren los relatos, etc. Yo me siento más cómodo en esta línea.
Los seguidores
del quinto tipo, abren la puerta a un abismo de casos sin posibilidad de
contrastación. Sería la línea blanda. Pues Capilla
esta tomada y claramente ganada por la línea blanda. De allí que haya todo un
discurso sobre ciudades intraterrenas o interdimensionales que no son palpables
físicamente, contactados, entidades psiquicas, etc.
Seguimos con el
decurso del sábado. Son las 21.45 hs y estamos bañados y munidos de abrigo,
agua, linternas y zapatillas para subir. A este paquete de equipamiento pedido
por los organizadores, nosotros le agregamos el toque utilitario y materialista
de 150 gramos
de jamón cocido y 150
gramos de queso y un paquete de pan de hamburguesas,
porque el horario de llegada a Capilla sería más o menos entre las tres o tres
y media y nuestros estómagos son bien terrestres.
Nos llevaron a
un monte cerca de las Cuevas de Ongamira, fuimos en una camioneta Partner o
algo así, éramos doce con el chofer y los dos guías o maestros o iniciados o
como sea que sean, a los diez kilómetros salimos de la ruta y entramos en
caminos de tierra y ripio.
Nos dicen que
nos ponen una música por los parlantes del vehículo, estaba ejecutada
supuestamente en una frecuencia de sanación y de apertura de nuestros chakras
(centros de energía del cuerpo humano). La sensación de viajar en una noche
(con tormenta y relámpagos en el horizonte) totalmente a oscuras por caminos
serpenteantes escuchando esa música plagada de gongs, sonidos raros, los
famosos cuencos de cuarzo, etc. Era increíblemente atrapante, cada tanto la
miraba a Vero y nos sentíamos que estabamos entrando en una aventura extraña.
Cuando llegamos
a un lugar (curiosamente al lado de una gruta dedicada a la Virgen de Lourdes) nos
hacen bajar y allí el Guía (Fernando) nos pide que nos reunamos en círculo y
cada uno a su estilo y de manera interior pida permiso para entrar en ese
paraje, al tiempo que cada uno en silencio hacía eso o lo que le salía, el
tocaba un flautín. Supuestamente habíamos traspasado el primer portal dimensional (parece que hay como cuatro.... obviamente no se ven....).
Seguimos camino,
la noche tenía una luna casi llena, el lugar era la cima de un monte que estaba
al borde de un valle enorme, se veía todo bañado por la plateada luz de la
luna. Sobre mi espalda se descargaban los relámpagos de una tormenta enorme
sobre la ciudad de Jesús María. El silencio era acogedor.
Nos sentamos en
circulo, Fernando y su guía acompañante (el chofer creo que se dedicó
mundanamente a dormir en la camioneta), desplegaron un conjunto de un cuenco de
cuarzo, un gong tibetano (vieron como voy aprendiendo) unos flautines y unas
campanillas.
Nos pidieron que
cerráramos los ojos, que pusiéramos nuestras manos sobre nuestros ombligos (no
me acuerdo bien que chakra era ni que cosa hacía, pero tenía que ver con
nuestra conexión con la Madre Tierra),
mientras él hacía vibrar el cuenco de cuarzo, ella nos untó la frente con unas
esencias que también abrían la conciencia y nos predisponían para sentir. El
olor que tenían era agradablemente frutales.
Luego, vino una
charla a cargo de Fernando.
Todo circulaba
sobre la cuestión de los Mayas, unía conceptos más cercanos a libros de
autoayuda y cosas orientales. Esa charla me pareció que tocaba temas muy por
arriba, era inconsistente, tenía vaguedad, se paraba en posiciones
ultraopinables, etc. Medio que no me gustó.... ¿se nota?
Luego más música
y una invocación final a la Madre Tierra,
a sus Guardianes y Hermanos Mayores.
Al final nos
hizo mirar sobre unos montes un poco alejados y, al decir de él y corroborado
por algunos de los participantes, se veían pequeños destellos o luces que él
atribuía a estas entidades que se hacían visibles.
Yo, con mi
espalda rota por estar dos horas sentado sin respaldo, no ví nada, ni luces ni
nada que se les pareciera. Por otro lado, una lucecita sobre un monte tiene un
montón de posibles explicaciones, empezando por un bichito de luz….
Lo bueno: La
experiencia de estar en la cima de un monte a la noche, en silencio, con una
luna llena y una tormenta relampagueante es ¡¡ I M P R E S I O N A N T E !!. Me
imagino que en otras épocas seríamos acusados de armar un aquelarre.
Que un grupo de
personas se reúna en medio de la noche, con esa música extraña y realizara esas
invocaciones a las entidades del bosque, eran cuestiones por las que la
pacífica Inquisición te colgaba o te quemaba. Por suerte son cosas del pasado,
ahora tenemos la deudas externas que empobrecen a los países, la represión
interna, la pobreza extrema… sin duda somos más civilizados.
Terminamos con
Vero a las cuatro de la mañana, riéndonos a carcajadas (cuando estuvimos solos
en la plaza), haciéndonos unos sanguchitos de jamón y queso y hablando de lo
que nos había parecido toda la experiencia.
Entidades de la Tierra: 0 //
Sanguchitos: 4
Capilla lentamente cerraba su noche de carnaval dejando los cadáveres de infinitos aerosoles de espuma, los últimos paseantes estaban sentados en los bares que aún quedaban abiertos y lentamente nos deslizamos entre ellos, conscientes que habíamos realizado una experiencia alucinante aunque no habíamos visto nada del otro mundo.... con este mundo nos alcanza.
El domingo nos
despertó a las 14 hs. Con un calor agobiante y una tormenta que amaga y amaga
pero nunca llega.
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