Me sorprendiste con las balumbas
de tu corazón y ahí moviste tu badil
y mi cuerpo ardiente se te abarloó
y bebí cual si fuera un caneco vil
El trofismo de tus sentimientos,
como atroz rutina del cangilón,
fue el eterno proemio de amor
que me deshizo sin aspavientos
¡ Oh sutil dríada de mis sueños!
¡ Oh carcelera de alma frescal !
Temo que de tu vida mortal
muchos quieran ser tus dueños
Pero en el proscenio de mi vida
me insuflo de esperanza
y así avanzo a ultranza
sabiendo que en mi tu amor anida
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