Ellos fueron y trajeron
al sol de la mañana...
sobre un costado lo pusieron
atado sobre una rama.
A las doce horas
al centro lo empujaron
y mirándolo se quedaron...
Era alto y redondo,
era tibio y hermoso.
Al rato al otro costado lo tiraron.
Y viendo como
sus sombras se alargaban
a dormir lo acompañaron,
y el último de ellos apagó la luz,
le dio cuerda a la luna,
la puso para las tres
y se fue a dormir
junto al sol del mediodía.
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