jueves, 8 de julio de 2010

Simple IV


La querulancia es tu pendón,
la falta de murria tu aguijón.
Tus preseas son una cáfila
que en matraz se pule y afila

Tu juego restriñe los nistagmos
que nuestra fatuidad avitualla.
Acaso el tiempo va y no acalla
cual crestomatía del de Pátmos

Aunque tus modos me baldan
y tu sombra magrea en mis ojos,
ya suena cruel y  mostrenco
tu soniquete en mis oídos rotos

Tu mano detrae hacia mi trenca
y tu vista se oblitera postrera.
Y mis iras desbordan la batea
pero Dios con su perdón abunda
y sobre tu alma se enseñorea.

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