La querulancia es tu pendón,
la falta de murria tu aguijón.
Tus preseas son una cáfila
que en matraz se pule y afila
Tu juego restriñe los nistagmos
que nuestra fatuidad avitualla.
Acaso el tiempo va y no acalla
cual crestomatía del de Pátmos
Aunque tus modos me baldan
y tu sombra magrea en mis ojos,
ya suena cruel y mostrenco
tu soniquete en mis oídos rotos
Tu mano detrae hacia mi trenca
y tu vista se oblitera postrera.
Y mis iras desbordan la batea
pero Dios con su perdón abunda
y sobre tu alma se enseñorea.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario