jueves, 24 de marzo de 2011

Simple VI

Como en un requilorio lúbrico
encallé en tu bello colodrillo
y tu mirada como alta lucerna
era un colofón de marea eterna.

Vendrán las buenas Ménades
con sus añafiles y turullos
a regurgitar cual ánades
tus palabras entre el barullo.

Y con tu presencia como florilegio
avanzaré cabizbajo en el Areópago
y envalentonado por este privilegio
pondré a mi muerte en su sarcófago.

Será como una vital añagaza,
una paracentesis aliviadora,
que alojará en tu febril barcaza
mi corazón latiendo a deshora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta canción siempre me recuerda a mi hermano. Murió hace 1 mes, no se suicidó; lamentablemente un día después de la facultad lo agarraron entre 3 perros, pitbull. Lo tuvimos que enterrar en el patio de casa porque no teníamos la plata suficiente como para pagar cualquier tipo de entierro. Lo velamos con mucho alcohol, prostitutas y drogas muy fuertes. Vinieron familiares de Pico Truncado, todo muy triste. Hoy encontré este post porque justamente nosotros tenemos un perro Pitbull y lo desenterró porque no habíamos cavado tanto su tumba, las vueltas de la vida, no? Muy buen análisis!
PD: a los 3 perros que lo mataron los sacrificamos con un tiro en la cabeza con un calibre 50, también a los dueños... eran unos negros de re mierda. Saludos!!!!

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