jueves, 17 de marzo de 2011

Una aventura interdimensional

Segunda Parte. Vemos al protagonista y su ayudante con la pitonisa, se le devela parte del futuro y ambos inician un descenso misterioso.

Cuando terminó de decir eso ya habíamos recorrido como cincuenta metros, a los costados de la ruta yo veía una actividad febril, grupos de gente empezaban a salir de sus casas.

A pesar de ello clavé los frenos y el auto dio un medio giro impresionante, quedó atravesando la calle, durante los segundos en que el vehículo debió quedar en posición perpendicular a la doble línea amarilla, la sensación de muerte me atenazó la garganta con su frío e inclemente puño de hierro, toda mi vida pasó delante de mis ojos como una película sin sonido y con pocas imágenes, ninguna en 3D (tan de moda en estos tiempos), lo cual fue una ventaja porque carecía de los anteojos específicos.

Debo decir que en esos cruciales segundos noté como algunos lugareños -viendo lo audaz de la maniobra- alertaban a sus compañeros de tribu como esperando un final diferente al logrado por mi pulso firme, vi como un grupo dejó unos minutos de dar vuelta en su fogata lo que asumo sería un animal salvaje (se asemejaba a un tapir, pero no estoy seguro) que evidentemente integraría su cena, y al grito de ¡ Hoy hay postre porteño ! comenzaban a golpearse hombro contra hombro para infundirse valentía.

Uno de ellos, tal vez su maestro o Chamán, con su cuerpo pintado con fuertes líneas sanguinolentas, recitaba enloquecidamente este Mantra diabólico :

Quien entra a este predio
La muerte convoca
No hay ningún remedio
el final ya te toca
Y fugazmente devela
Que la noche cancela
Con su piel de franela
Y su abrazo fraterno
este grito incauto
Que suena moderno:
¡A veinte pesos el auto!

El verso final, que a oídos profanos suena como descolgado, entiendo que es fruto de la inter textualización de su seguro trabajo como “trapito” en recitales urbanos.

Decenas de miembros de su grupo se mecían con un ritmo hipnótico mientras enarbolaban palos de escoba con puntas afiladas y endurecidas por el fuego de incontables fogatas, al fondo de sus casas se asomaba la imagen de la Diosa Kali (su presencia en ese lugar tan alejado de la India, es la prueba viviente de la penetración del Facebook en las clases populares) con su mensaje de muerte y exterminio para el hombre blanco.

Pero merced a los largos años de manejo dominé la situación y el auto –sin siguiera morder lo que podríamos llamar banquina- dio un respingo y logró enderezar hacia la entrada de la calle que me acercaba a lo de la Sra. Esmeralda, alejándome (al menos por el tiempo de la consulta) de los peligros que me acechaban.

“Pero que casualidad” dije sin demasiada alegría. ¿Cómo puede ser que entre diez millones de habitantes, justo encuentre al tipo que va a la misma Tarotista que yo? ¿acá hay trampa?

Lo miré a Marcos por el rabillo del ojo y lo que vi me tranquilizó, parecía un tipo sencillo y común

Pero a pesar de su imagen tan bonachona, me di cuenta que toda la situación no tenía una explicación lógica, por eso le pregunté con marcada seriedad: ¿Cómo sabías que voy a lo de Esmeralda?

- Bueno, dijo titubeando, para algo soy estudiante de ciencias ocultas… aunque en realidad fue ella la que me avisó que estuviera en esa parada a esta hora, yo en realidad soy de Villa Crespo, no quieras imaginarte lo difícil que fue llegar a esa parada de colectivo.

Lo miré y sin saber porqué, le creí.

Mientras el auto se aprestaba a devorar kilómetros, con el rabillo del ojo distinguí a la distancia un grupo de niños de entre 7 y 28 años, que comenzaron a moldear con barro unos muñecos con gran parecido a mi persona y a Marcos y en rápida sucesión de movimientos procedían a clavarle astillas, invocando diferentes entidades subterráneas e infernales.

Di mayor velocidad al auto y nos alejamos vertiginosamente de ese lugar mientras, a lo lejos, se escuchaba un griterío del cual sobresalían estas palabras como cuñas de fuego: ¡Volverán! ¡Volverán!

Nos mantuvimos en silencio, cada uno mascullando sus razones para estar en este viaje tan extraño.

Ciertamente Marcos sabía como llegar y lo que al principio valoré como un agudo sentido de la ubicación, lentamente fue cayendo ante la evidencia de que se fijaba subrepticiamente cada tanto en su moderno teléfono con GPS.

Cuando se dio cuenta que lo había descubierto consultando ese artilugio electrónico, me miró y dijo: “Estudio ciencias ocultas, no soy la Guía-T”.

No dije nada y continué manejando sin decir palabra.

Al cabo de un rato, en un barrio de casas bajas, todas muy modestas, se alzaba en una calle sin salida, al fondo casi contra una empalizada de material que separaba la calle de las vías de un tren que claramente no pasaba desde hace años.

Estacionamos el auto sin problemas, en la calle no había nadie, solo se oía un silencio atronador, no había cantos de pájaros ni ladridos de perros, lo único apenas audible era el alegre zumbar de los cables eléctricos.

Nos bajamos y encaramos la puerta con decisión y valentía. No tenía timbre, en su lugar había una mano de bronce con una bola del mismo material, todo este conjunto montado sobre una bisagra que permitía levantarla y dejarla caer sobre la madera de la puerta que estaba gastada de tantos golpes.

Utilicé la mano por dos veces y esperamos mirándonos nerviosamente.

No pasaba nada, impacientes intenté repetir el llamado pero cuando alcancé a tocar la broncínea mano, la puerta se abrió y dejó escapar una brisa helada que contrastaba con el calor reinante en la calle.

Detrás de la puerta, vestida con una túnica de color verde que iba desde su cuello hasta los pies, estaba Esmeralda (al menos eso suponía), una mujer de más de cincuenta años, con su pelo enrulado con mechones blancos y violetas, sus ojos eran celestes como denunciando un origen eslavo.

Con una voz aguda, dijo: “Pasen, mi nombre es Esmeralda, soy Tarotista”

Yo, por mi formación, intenté presentarnos: “Hola, mi nombre es….” Mi frase quedó flotando en el aire, ella alzó su mano y con ese chillido que tenía por voz, me dijo: “Ya sé quién sos vos y quién es él… soy Tarotista y Vidente…”

Su enojo me atemorizó y automáticamente me callé. Marcos me seguía sin decir palabras, ella hizo un gesto con el brazo como invitando a pasar y así fue como entramos a su casa.

Todo estaba en penumbras, algunas luces amarillentas en lo alto de los techos daban una luz ambarina que teñía todo como un manto de arena.

Entramos en una pequeña salita donde la falta de luz era apremiante, nos ofreció dos sillas mientras ella se tiraba sobre un sillón con respaldo lleno de pequeñas volutas que simulaban pétalos de flores extrañas.

Me senté frente a ella y Marcos se puso a mi costado, se había establecido una relación de mutua protección con él, a ambos nos asustaba la figura de Esmeralda, sus largas uñas rojas y esos ojos inquisidores.

“Bueno… vengo a que me tire las cart…”

Nuevamente me interrumpió y dijo: ¡Ya lo sé, soy Tarotista y Vidente ¡ ¡Se porqué vienes y también sé para que está él! Dijo mirando de costado a Marcos, el cual se revolvió en su asiento con una cara que estremecía de miedo.

Ella tomó un mazo de cartas muy viejo que estaba sobre su mano izquierda, las mezcló dos veces y puso los naipes cerca de mí.

- “Cortá dos veces con tu mano izquierda hacia la derecha y luego cada montón tres veces con tu mano derecha hacia la izquierda”

Quedé aturdido, no soy muy bueno para ordenes tan detalladas, cuando levanté la mano derecha, sentí que Marcos me golpeaba con su codo y me decía: “con la izquierda, con la izquierda…”

Lo miré con agradecimiento y el también respiró más tranquilo, a ninguno de los dos nos gustaría equivocarnos tan rápidamente y justo enfrente de Esmeralda.

Reproduje todo el mecanismo de corte y ella juntó las cartas y empezó a tirarlas formando un rectángulo de cuatro filas de cuatro cartas.

- “… pero… ¿el Tarot se tira as…?” empecé a balbucear
- “Sí, se tira así, es una variante antigua del Tarot Egipcio, se llama “le carré de quatre cartes“ comentó como al pasar

- “… pero eso es Fr…”

- “Sí, ya se que es Francés, soy Vidente y Tarotista no soy tonta y también se que si hablo en el idioma de los Faraones podría despertar algunos espíritus que es mejor no molestar”

Interiormente me repetía: “… calma… calma… estás impresionado y un poco mareado por el viaje…” Así que me dispuse a escuchar algo acerca de mi futuro amoroso y también –si podía– le preguntaría si debía cambiar de trabajo.

Las figuras empezaron a salir en un orden que no me permitía ninguna posibilidad de saber que podía llegar a decir:

- “El Carro” dijo Esmeralda ante la primera carta.
-          “¿Eso es bueno?” Pregunté
-          “Sí, es bueno” contestó segura

- “La Fuerza” susurró mirando ambas cartas
-          “¿Eso es bueno?” Volví a preguntar
-          “Sí, es bueno” contestó un poco molesta

Así se repitió con las otras catorce cartas restantes.

- “Todas buenas, dieciséis cartas buenas” Dije con gran alegría, “ ¿qué bueno, no?”

- “No, eso es malo, muy malo, no presagia nada bueno”

-          “¿Cómo que es malo, qué significa entonces?

Ella cerró sus ojos y puso sus manos sobre las cartas, su cara empezó a transformarse, y una voz grave nos sorprendió, comenzó a hablar de manera lenta y pausada:

-          “Hoy la suerte del mundo está en tus manos”

-          “Deberás bajar a la Casa de la Muerte y disputar la “Piedra del Destino”, debes reconquistarla y darle una nueva oportunidad a la Tierra, si pierdes…(entrecerró los ojos para dar un sentido dramático al momento ) toda la vida sobre el planeta se extinguirá”

-          “¿qué es la Piedra del Destino, dónde queda la Casa de la Muerte y como acabará la vida en la Tierra? Pregunté con una voz titubeante.

-          “La Piedra del Destino es un objeto hecho de un material desconocido que genera un Vórtice Interdimensional, ha estado en poder de las Fuerzas de la Luz por milenios, pero hoy está a punto de caer en otras manos”

-          “¿Y que es un Vórtice Interdimensional?” se animó a preguntar Marcos

Esmeralda se enojó, creo que intuía que nosotros no le asignábamos a la situación la gravedad que ella le daba, nos miró a los ojos y nos dijo: “Un Vórtice Interdimensional es como un Vértice, pero Interdimensional”

En ese momento de tensión y como para dar un corte a la situación de dudas de nuestra parte, se paró y haciendo unos movimientos circulares con sus manos, inesperadamente se estableció una zona de oscuridad muy profunda contra una de las paredes.

Nosotros dos mirábamos incrédulos lo que pasaba y ella, con otro de sus pases mágicos, generó una puerta que comunicaba a una escalera que descendía hacia una cueva levemente iluminada con reflejos rojos.

Esmeralda se acercó a mí y me dio un papel pequeño que sacó de uno de los bolsillos de su bata y poniendo sus ojos en blanco, sentenció con su voz ronca:

-          “Entrad y rescatad la Piedra del Destino, recuerden que la vida en la Tierra depende de ustedes”
-          “Leed el papel cuando sea necesario, ustedes sabrán cuando será ese momento”
-          “Ultimo consejo: No confíen en nada ni en nadie, el Señor de la Oscuridad es mentiroso por naturaleza”

Marcos y Yo nos dimos cuenta que todo era verdad, que por algún raro privilegio, toda la vida de la Tierra estaba en nuestras manos, por una extraña paradoja, todos los continentes, todas las razas y religiones, Paris, Nueva York, Londres (por decir algunas ciudades) tenían su destino atado a la valentía de dos Argentinos, dos representantes de barriadas humildes, Villa Luro y Villa Crespo. Había algo de justicia poética en todo esto, era innegable.

Nos miramos a los ojos infundiéndonos valor y comenzamos a bajar…

Esmeralda hizo un gesto reclamando ser escuchada, creímos intuir que nos iba a decir una última verdad, un aviso acerca de los males que nos acecharían, tal vez un conjuro para alejar peligros, su voz grave y tenebrosa empezó a sonar:

-          “Cuidado, a veces esa escalera está resbalosa…”

CONTINUARÁ...

1 comentario:

Anónimo dijo...

dani, queremos saber cómo continúa la historia....no nos dejes esperando tanto!!!
tus fans del blog

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