La muerte de Gustavo Cerati sorpresivamente me trajo una
gran tristeza.
A pesar de no ser un gran seguidor de él, muchos de sus temas –en
especial los de algunos discos de Soda Stereo– me gustaban bastante, sentí profundamente
su muerte.
Se me dirá que era algo esperable, que ya estaba como ido,
que es mejor para él, y sí… tal vez tengan toda la razón.
Pero también me di cuenta de que formo parte de lo que se podría
llamar como: “Club de los que esperan el Milagro”.
¿Cuál milagro? Pues este punto es más escurridizo, está
abierto a cualquiera que vive una situación grave, que sabe plenamente que es
de tal manera y que sólo un milagro puede revertirla.
Es un club donde están los que ven la realidad, confían en los
dictámenes de la ciencia, comprenden la imposibilidad, pero sin embargo creen secretamente
en que pueden ser tocados por el milagro.
Frente a este club se opone, fría y ganadora la realidad.
Pues bien, hemos perdido otro partido.
No ocurrió el Milagro.
Y silenciosamente volvemos a nuestras casas, caminando lento
y pensando ¿será posible el Milagro?
Cada uno sabe lo que tiene, lo que puede y lo que espera.
Ya llegará el día en que todos veamos bajar el Milagro sobre
nuestras necesidades.
Y entonces el Milagro dirá:
Me veras volar
por la ciudad de la furia
donde nadie sabe de mi
y yo soy parte de todos
Y sí… será parte de todos…
En estos momentos, esté donde
esté, Gustavo Cerati sabe las respuestas de los secretos….
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