¿Qué es la palabra?
Antes creía que sólo era un instrumento para comunicarme, un grupo de letras que más o menos bien ordenadas y elegidas me permitían transmitir mis ideas a los otros.
Pero desde que nació Tomás, me he dado cuenta que no es eso, que además una palabra puede encerrar muchas cosas, muchos sentimientos y más de una sorpresa.
Les cuento: todo empieza siempre de la misma manera, primero cerramos la puerta del taxi o del ascensor, o a veces ocurre con una persona que está al lado nuestro en misa o en un negocio... que importa... siempre es igual.
Tomi los mira, les sonríe y algo pasa, les transmite algún tipo de embrujo (en el buen sentido), los hace sentirse más jóvenes, mejores personas, simplemente nos parece que los hace más felices, y ese momento dura un instante y entonces viene la pregunta que nosotros esperamos, la pregunta que siempre nos espera:
-- ¿Cuántos años tiene? -- Dos y medio --contestamos-- -- Ah
Y ese “ah” queda flotando ahí, solo, como una cuña, como un pequeño agujerito en un globo, y ese momento de felicidad empieza a achicarse, a perder entidad y se establece un silencio donde cada uno, el del taxi o el del ascensor o el de la misa o el que fuera piensa: “ya me parecía”, entendiendo que algo pasa y nosotros entendiendo que él entiende.
Pero Tomás, sigue allí, comprándolo con una sonrisa, apropiándose de su cariño y de su estima sin decir nada, ni “ah” ni “ya me parecía”. Y eso es tal vez lo más valioso, una presencia que no desfallece, que no está intermediada por ningún otro pensamiento que el de ser feliz y agradecer a los otros con lo poco y mucho que tiene: su sonrisa.
Está en cada uno de nosotros el tomar ese “ah” y seguir adelante, Tomás no espera otra cosa, igualmente, sea cual fuere el camino que tomemos, El seguirá allí sonriéndonos y diciéndonos gracias.
Esta es la segunda Navidad que pasamos con Tomás y sentimos que es un extraño regalo que nos dio Dios, bueno, no sólo Tomás, también nos está dando a Verónica.
Tomás es nuestro pesebre, donde debe nacer algo más que nuestros deseos, tal vez Dios esté esperando nuestro “Si”, y como lo descuenta, ya nos lo está pagando con la sonrisa de Tomás.
Navidad de 1996
Antes creía que sólo era un instrumento para comunicarme, un grupo de letras que más o menos bien ordenadas y elegidas me permitían transmitir mis ideas a los otros.
Pero desde que nació Tomás, me he dado cuenta que no es eso, que además una palabra puede encerrar muchas cosas, muchos sentimientos y más de una sorpresa.
Les cuento: todo empieza siempre de la misma manera, primero cerramos la puerta del taxi o del ascensor, o a veces ocurre con una persona que está al lado nuestro en misa o en un negocio... que importa... siempre es igual.
Tomi los mira, les sonríe y algo pasa, les transmite algún tipo de embrujo (en el buen sentido), los hace sentirse más jóvenes, mejores personas, simplemente nos parece que los hace más felices, y ese momento dura un instante y entonces viene la pregunta que nosotros esperamos, la pregunta que siempre nos espera:
-- ¿Cuántos años tiene? -- Dos y medio --contestamos-- -- Ah
Y ese “ah” queda flotando ahí, solo, como una cuña, como un pequeño agujerito en un globo, y ese momento de felicidad empieza a achicarse, a perder entidad y se establece un silencio donde cada uno, el del taxi o el del ascensor o el de la misa o el que fuera piensa: “ya me parecía”, entendiendo que algo pasa y nosotros entendiendo que él entiende.
Pero Tomás, sigue allí, comprándolo con una sonrisa, apropiándose de su cariño y de su estima sin decir nada, ni “ah” ni “ya me parecía”. Y eso es tal vez lo más valioso, una presencia que no desfallece, que no está intermediada por ningún otro pensamiento que el de ser feliz y agradecer a los otros con lo poco y mucho que tiene: su sonrisa.
Está en cada uno de nosotros el tomar ese “ah” y seguir adelante, Tomás no espera otra cosa, igualmente, sea cual fuere el camino que tomemos, El seguirá allí sonriéndonos y diciéndonos gracias.
Esta es la segunda Navidad que pasamos con Tomás y sentimos que es un extraño regalo que nos dio Dios, bueno, no sólo Tomás, también nos está dando a Verónica.
Tomás es nuestro pesebre, donde debe nacer algo más que nuestros deseos, tal vez Dios esté esperando nuestro “Si”, y como lo descuenta, ya nos lo está pagando con la sonrisa de Tomás.
Navidad de 1996
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